Textos

 

ALGUNOS ENTRAÑABLES FANTASMAS DE MI PUEBLO

(Publicados hace un tiempo en la sección semanal “Los Unos y los Otros” en el semanario “El Pueblo” de Santa Lucía).

 

Javiel.

Corre 1946 e Idea Vilariño observa a ese pequeño ser indefenso sentado a una mesa del Sorocabana. La conmueve lo insólito de su figura y la convicción de la bondad de sus acuarelas:
“Creí que era un mendigo. Con su gesto de pedir disculpas, su actitud humilde, sus ropitas; su frágil humanidad, su delgadez extrema, sus mínimas muñecas, sus manos transparentes, sus ojos sin color, su apenas voz. Lo saludaron afectuosamente y nadie se ocupó más de él... quedó leyendo infinitamente en una revista de Anda los anuncios, los avisos a los socios. Andaba a menudo entre la rica fauna intelectual y artística de la Plaza Libertad trocando una acuarela por un café con leche. En 1954 se interna en el Vilardebó, no por indicación psiquiátrica sino porque la familia que lo alberga pasa serias dificultades... y de allí a la Colonia... 30 años de asilo”.

Cabrerita,  es decir “Javiel”, en las noches de otoño cuando son cálidas, recibe una y otra vez y otra vez, besitos tiernos y húmedos de la inmortal niña de sus últimas pinturas. Y entonces Javiel sonríe, todo fortaleza y cordura, en las noches de otoño cuando son cálidas. Algunas niñas, casi adolescentes, despiertan en las noches de otoño cuando son cálidas y sienten que alguien les pinta un aura de colores. Las mejores,  la llevarán toda la vida. Se les nota más en las noches de otoño cuando son cálidas.

 

Alvaro Armando.

“El Francesito” camina por la calle Rivera hacia la Estación cuando la lluvia hace sombreritos. Soledad de incomprendidos/ soledad de los caídos/ fiel y amarga soledad. Tradujo a Whitman, dicen que directamente del italiano. Desde el balcón de mi alcoba/ yoguizando, contemplaba. Fue sindicalista de raíz marxista. Lanzó el Manifiesto de constitución del Partido Socialista en 1901. Este vivir de ensueños en ensueños,/ estos desdoblamientos enigmáticos!. Fue el primero que practicó el decadentismo.  Cuando llueve, mira serio los sombreritos y empieza a hablar. Así pensaba mirando el agua fluvial correr/ todos los niños jugar, el cielo azul sonreír,/ el sacerdote leer, y el aire a ratos menear/ los follajes del jardín. Es en las tardecitas de domingo cuando los iniciados pueden verlo discutir, de espaldas a la iglesia. Ser de luz y estar a oscuras, recita entonces. Si aguzan el oído, los iniciados podrán escuchar su diálogo con Roberto de las Carreras.

ALVARO ARMANDO: Usted padece de neurosis mental. Su sensibilidad es exagerada como la de un andrógino de decadencia. Comparte usted con Gómez Carrillo la vanidad cósmica y  la maledicencia femenil.
ROBERTO (que es alentado por la sombra de Julio Herrera y Reissig, ubicada detrás): Es usted producto de la inercia matrimonial en cuya fisonomía “hébétée” está inscrito el bostezo trivial con que fue engendrado.

Es entonces cuando Alvaro Armando calla y sigue su camino hacia la Estación, mirada baja hacia los sombreritos de la lluvia.
El más allá, qué es?/ Un espacio mental?/ Kosmos de Kosmos?/ Una idea? Una imagen? Un abismo?/ Está dentro de nos?, en El estamos?/ Aquél que se concentra, le intuiciona?.
Concéntrese, vecino. De repente intuiciona a Vasseur.

 

Pío Nono.

Si bien una cosa es el Papa Gómez y otra el Papa Pío IX, los dos tienen algo en común: respiraron el mismo aire de glisinas.
Giovanni María Mastai-Ferreti, era un joven sacerdote que venía en calidad de auditor a América del Sur.
Llegó maltrecho a nuestras costas en enero de 1824 y alguien (algún agente turístico, que nunca faltaron) le recomendó descansar en el Baden-Baden uruguayo.
Según los datos de don Pepe Monzeglio, lo hizo en una casa del hoy Bulevar José Batlle y Ordóñez entre Ituzaingó y Rocha, lo que equivale a decir que el hombre estuvo más cerca de Santa Lucía que de Wanderers..
En aquel verano de 1824, nuestra ciudad vio pasear por sus calles a un curita  pálido y supongo frágil que veintiún años más tarde sería Pío IX, conocido como Pío Nono y, según se dice, querido por todos.
Desafíen, pecadores, a las ciudades vecinas, a ver si alguna ha tenido un sucesor de San Pedro caminando por ahí. Qué van a tener...

Si usted espera algún comentario sobre el fantasma de turno, permítanos decepcionarlo. En este caso, para no despertar la ira divina, no diremos ni pío mientras nos papamos una porción del pío nono que hace mi tía Hortensia, que no cree en dioses pero cocina como ellos.

 

Toribio.

Compartamos lo que Pedro Leandro Ipuche escribía allá por 1939.
“Toribio es el Santón y el cronista de Santa Lucía.
Su centro estratégico es la parroquia.
Desde allí se mueve y reparte las noticias.
Premio al mérito es ésto.
Oye misa con los mismos gallos.
Pillín como es, lleva consigo, invariablemente, un juego de té para rifar.
Esa rifa picaresca, según los malintencionados, es el caso repetido del mismo milagro: el negro saca siempre el juego de marras con el número bendito que se anota, y cada mes lo porta a la rifa callejera en el envase virgen de su caja de lujo.
Ya todos están en el sainete. Y ayudan, con buen humor lugareño, al retinto curtido y suave como yuyo sufrido.
No hay casamiento, no hay bautismo ni velorio que el negro Toribio no sepa.
Es más: da informes de todos los enfermos, de los forasteros, de los preparativos para cualquier acontecimiento; de los noviazgos que se inician y de los párvulos que nacen.
¡Ah negro macanudo!
Sin Toribio, Santa Lucía carecería del mas fuerte y leal color humano... y de su boletinero”.

En las noches cálidas de luna llena, se deja adivinar la línea de su sonrisa. Y si se aguza el oído, su cascada voz repite el viejo verso de cierto “autor” (¿o actor?):

Camino del cementerio/ de luto eterno Toribio,/ negro en voz y negro en cuerpo,/ un dia le dió un abrazo/ a lo que estaba diciendo,/ y se murió despacito,/ amigo del sueño eterno./ La Muerte soltó su pelo,/ acarició el negro cuerpo/ y se lo llevó a su feudo/ enamorada, sonriendo./ Y ahora Toribio es megáfono/ cuando hay tormenta en el cielo:/ “Murió Toribio, vecinos,/ murió el negro pregonero,/ murió el vocero del pueblo”./ Pícaro boletinero/ que vocea sin resuello/ no lutos y no sepelios/ sino boda, himeneo/, el oscuro casamiento/ entre Toribio y la muerte,/ entre la voz y el silencio./ Y en vez de llorar, vecinos,/ rían, canten, formen rondas,/ que Toribio está gritando/ su conquista por el cielo.

 

Boceto a pluma de un fantasma de verdad..

Walter Pérez, Olímpico en todos los sentidos, nos habló de él. Alfredo Valdez (cuándo no) buscó en Internet.
Y bueno, aquí está el resultado, a cuenta de una investigación más profunda (que hará Alfredo, podés creer).

Quienes se han encargado de rescatar su memoria afirman que el Uruguay no ha tenido un dibujante, historietista e ilustrador de sus condiciones. Su estilo, (él sintió la influencia de Burne Hogart, Tarzán) que abundaba en características propias no ha sido proseguido hasta el presente.
Se traslada a Montevideo a los 20 años en busca de su vocación: el dibujo. Sin embargo sus primeros éxitos los alcanza en Buenos Aires entre los años ’39 y ’45. En el diario "Noticias Gráficas" publica una tira diaria (Chili el ingenioso), luego en la revista "Figuritas" y en la revista de historietas "Bicho Feo", mientras en 1945 aparece la inolvidable "Patoruzito" que lo cuenta entre sus fundadores. Aquí nace su célebre historieta "Vito Nervio". A su regreso a Montevideo junto a Willman Goñi y Wálter Pérez funda la agencia de publicidad "Publicidad Oriental". Siguiendo con esta vocación crea la "Escuela de Artes Comerciales" que tiene como profesores entre otros a Julio E. Suárez "Peloduro", Nardini, Harry Klein. De allí surgieron dibujantes como "Sabat". La historieta "Homero" se considera su obra más acabada y representativa.
Su nombre: Emilio Cortinas.
Su lugar de nacimiento: Villa Rodríguez, allí a la vuelta
Nació en 1916. Murió en 1955.
¿Alguien lo recuerda recorriendo las calles de nuestra Santa Lucía?



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